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martes, 10 de agosto de 2021

GRAVE (CRUDO) de Julia Ducournau


No es igual uso que abuso, de la misma manera que un creador no tiene que ser un cineasta y viceversa, sin que esto lleve implícito ningún sello de calidad o descrédito. Julia Ducournau la directora de “Grave (Crudo)” (y flamante Palma de Oro en Cannes por Titane) pertenece a la categoría de orfebres, orfebres malditos si es necesario adjetivar.


“Grave (Crudo)” cuenta la historia de Justine una joven que se ha criado en una familia donde todos son vegetarianos y que al ingresar en la facultad de veterinaria es obligada a comer carne como rito iniciático, en ese punto empieza la catarsis o pesadilla según el paladar del comensal. Y hasta aquí contaré pues es una de esas piezas a las que conviene acercarse con el himen intacto, la mente abierta y una buena bolsa para vómitos al lado.


Nos encontramos ante una pieza de tripa, un, una obra de estilo y para muchos una aberración. Con mucho menos auto bombo que otros malditos (léase Von Triers) Ducournau logra ser más efectiva con su ópera prima, clara y directa en su mensaje que sus predecesores hombre, más afilada y aguda a la hora de contarnos el viaje interior de su protagonista. Imágenes portentosas, de una belleza perturbadora que la entronca con esa otra categoría de obras inaugurada por Goya y sus pinturas negras. 


Un retrato de la adolescencia completo a 360º y sin concesiones, onírica, desagradable y realista. No es para "el gran público" pero sí se trata de un bocado de calidad para "un gran público", aquél que sabe degustar la chasquearía y que escupe el caviar.



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domingo, 18 de julio de 2021

LOS AMANTES DE PONT NEUF de Leos Carax

 


AMOR A LA PIEDRA

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Para todos los que no hemos ido a Cannes, donde el iconoclasta Leos Carax se ha alzado contra pronóstico con el premio a mejor director por el musical “Annette”, puede ser un sucedáneo eficaz zambullirnos en un ejercicio de nostalgia y recuperar su obra maestra “Los Amantes del Pont Neuf”.


Dos parias se enamoran en el mítico puente que da título a la obra, cerrado al público para su restauración y que Alex y Michele (a esos nombres responden los amantes) convierten en su cárcel o jardín de los cerezos. Nada sabemos de los motivos que les han llevado a vivir al raso. Ella pintora ciega, él acróbata que mitiga la rabia con la autolesión. El romance es tan forzado como necesario, a la vez melancólico y hedonista. Hay una extraño amor a la piedra, elemento que Alex intenta trascender en un combate absurdo durante la secuencia de inicio más eficaz jamás planificada. Binoche probablemente de la mejor interpretación de su carrera, pero es la fuerza de las imágenes propuestas por Carax el verdadero protagonista de la función. No es nuevo calificar a Carax de preciosista pero tal vez el que “Los amantes…” sea su propuesta más accesible y parca (no utilizaré el adjetivo austero) ayuda a que el exceso natural del realizador se contrapongan en favor de la historia, pues que al fin y al cabo de contar historias es de lo que se trata, creando un delicado equilibrio.


Aunque hay otros momentos en su cine mucho más orgiásticos (vienen a mi mente “Holly Motors”, “Pola X” o “Mala Sangre” como un tridente imposible) es esta historia del desamparado la que más me ha torturado, tal vez por un interés común de elevar al excluido a estatua de bronce.


Como curiosidad la producción no fue nada barata, es más figura como la más cara del cine galo al tener que reproducir el Pont-Neuf en un lago próximo a Montpeller, lo que da cuenta del compromiso con la cultura del país vecino al entregar a este rara-avis tal cantidad de fondos, tal vez si el 3 de mayo nunca se hubiera producido otro gallo cantaría para nuestra cultura matria (nueva forma de decir “patria” en este esfuerzo por redimir el lenguaje).